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El mensajero cansado

«En aquel tiempo, el Señor escogió a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir. Les dijo: ‘La cosecha es mucha, pero los obreros son pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su mies. Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saluden a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa.” Si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en esa misma casa, coman y beban lo que les den, porque el trabajador merece su salario. No anden de casa en casa. Cuando entren en una ciudad y los reciban, coman lo que les sirvan, curen a los enfermos que haya en ella y díganles: “El Reino de Dios está cerca de ustedes.”» — Lucas 10, 1-9
18 de octubre de 2025 por
Evangelio En Cuentos
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🕊️✝📖 El Evangelio de hoy

Primera Lectura: 2 Timoteo 4, 10-17 | Salmo: Salmo 144 (145), 10-11.12-13ab.17-18 — R. “Señor, que todos tus fieles te bendigan.” | Evangelio: Lucas 10, 1-9

«En aquel tiempo, el Señor escogió a otros setenta y dos discípulos y los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares a donde él pensaba ir. Les dijo: ‘La cosecha es mucha, pero los obreros son pocos; rueguen, pues, al dueño de la cosecha que envíe obreros a su mies. Vayan; miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni alforja, ni sandalias; y no saluden a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, digan primero: “Paz a esta casa.” Si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos su paz; si no, volverá a ustedes. Quédense en esa misma casa, coman y beban lo que les den, porque el trabajador merece su salario. No anden de casa en casa. Cuando entren en una ciudad y los reciban, coman lo que les sirvan, curen a los enfermos que haya en ella y díganles: “El Reino de Dios está cerca de ustedes.”» — Lucas 10, 1-9

🪄 "El mensajero cansado"

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Andrés trabajaba como repartidor en una ciudad grande.

Cada día recorría kilómetros en su moto, entregando paquetes y escuchando en el casco la misma frase automática: “Gracias por su entrega.”

Pero en su interior, se sentía vacío. Su esposa estaba embarazada, su madre enferma, y el cansancio lo había vuelto indiferente. Entregaba cosas, pero ya no entregaba corazón.

Una tarde de lluvia, mientras esperaba la luz verde en un cruce, vio a un anciano tratando de levantar una caja caída. Nadie se detenía. Por impulso, Andrés frenó y lo ayudó. El hombre sonrió y dijo:

—Gracias, joven… no por la caja, sino por detenerte.

Esa frase lo desarmó.

Esa misma noche, al llegar a casa empapado, vio a su esposa dormida, abrazando el vientre con ternura. En la televisión sonaba una misa y el sacerdote leía el Evangelio del día: “La cosecha es mucha, pero los obreros son pocos.”

Andrés se quedó quieto, empapado aún, mirando la pantalla. Sintió que esas palabras no eran para los curas, sino para todos los que, como él, caminan las calles llevando algo.

Se sentó en el suelo y susurró:

—Señor… yo soy un mensajero cansado. Pero si mi trabajo puede ser también tu envío, hazme fiel en cada entrega.

Desde entonces, cada mañana antes de arrancar su moto, dice en voz baja:

—“Paz a esta casa”… aunque sea un edificio, un taller o una oficina.

Y descubrió algo: cuando uno entrega con amor, incluso los paquetes se vuelven oraciones.

🌱 Lección

Dios no envía solo a predicadores, sino a todos los que llevan esperanza en medio del cansancio. Cada trabajo puede ser misión si se ofrece con corazón.

💡 Consejo

Hoy, realiza una de tus tareas cotidianas —aunque sea simple o rutinaria— con intención de amor. Dile a Dios: “Esto también es para Ti.”

📝 Resumen

San Pablo agradece a Lucas, su compañero fiel en medio de la soledad. El salmo proclama la bondad de Dios hacia todos sus fieles. En el Evangelio, Jesús envía a setenta y dos discípulos, pidiéndoles ir sin miedo ni provisiones, llevando paz y sanación.

El mensaje central: cada paso de servicio, cada gesto de ayuda, cada palabra de aliento es una semilla del Reino. Dios sigue necesitando mensajeros… incluso los cansados.


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